miércoles, 1 de octubre de 2014

Romances

Eros y Psique

Eros es el dios responsable del amor y el sexo. Psique ("Ψυχή") es la personificación del alma.


Psique era la más hermosa de las hijas de un rey de Anatolia. Eros se enamoró de ella y, cuando Psique se durmió, se la llevó volando hasta su palacio, pero se amaban siempre de noche, en la oscuridad, prohibiéndole a la chica indagar sobre él.


Una noche, Psique pidió a Eros que le dejara ver a sus hermanas. Al volver, las hermanas preguntaron quién era su marido. Psique, incapaz de explicarles, confesó que realmente no sabía quién era. Ellas la convencieron para que en la noche encendiera una lámpara y observara a su amado.


Psique les hizo caso y encendió una lámpara para ver a Eros pero éste se despierta y, decepcionado, la abandona.



Afrodita le ordena cuatro tareas para recuperar a Eros y la última era pedir a Perséfone un poco de su belleza y guardarla en una caja. Perséfone aceptó y Psique, en el camino de vuelta, decidió abrir la caja, que tenía un "sueño estigio" (olvido inevitable) que la sorprendió. Eros limpió el sueño de sus ojos y pidió a Zeus y Afrodita que le dejaran casarse con ella. Éstos accedieron y Zeus hizo inmortal a Psique.

Hermafrodito y Salmacis


Hermafrodito recibe este nombre en honor a sus padres, los dioses Hermes y Afrodita. Afrodita, al sentirse culpable de adulterio, abandonó al niño y lo dejó en el monte Ida al cuidado de las ninfas.
Con el paso del tiempo, el niño se convirtió en un joven de gran belleza.



De viaje por tierras griegas, el exceso de calor le hizo aproximarse a un lago para refrescarse, y se lanzó a nadar desnudo. La náyade Salmacis ("Σαλμακίς"), espíritu de aquel lago, al notar su presencia y observar su cuerpo desnudo, sintió una atracción inmediata hacia él y no tardó en desnudarse y acercársele para tratar de conquistarlo, pero el joven se resistió.


Aun así, la ninfa no cejó en su empeño y se abrazó a él fuertemente, lo arrastró al fondo y, mientras forcejeaba con él, suplicó a los dioses que no separaran sus cuerpos. Atendiendo su súplica, le concedieron su deseo y ambos cuerpos se fusionaron para siempre en un solo ser, de doble sexo.


Hermafrodito suplicó que cualquier joven que se bañara en aquel lago corriera su misma suerte; de esta forma, el lago arrebataría la virilidad al que se bañara.

Apolo y Dafne





Apolo, dios del sol y la música, fue maldecido por el joven Eros después de que se burlase de éste por jugar con un arco y flechas. El irascible Eros tomó dos flechas, una de oro y otra de hierro; la de oro incitaba el amor, la de hierro incitaba el odio.
Con la flecha de hierro disparó a la ninfa Dafne y con la de oro disparó a Apolo en el corazón.

Entonces, el dios se inflamó de pasión por Dafne y en cambio ella lo aborreció.



Apolo continuamente la persiguió, rogándole que se quedara con él, pero la ninfa siguió huyendo hasta que los dioses intervinieron y ayudaron a que Apolo la alcanzara. En vista de que sería atrapada, Dafne invocó a su padre. De repente, su piel se convirtió en corteza de árbol, su cabello en hojas y sus brazos en ramas. Dejó de correr ya que sus pies se enraizaron en la tierra. Apolo abrazó las ramas, pero incluso estas se redujeron y contrajeron.


Como ya no la podía tomar como esposa, prometió amarla eternamente como su árbol y que sus ramas coronarían las cabezas de líderes. Apolo empleó sus poderes de eterna juventud e inmortalidad para que siempre estuviera verde.

Orfeo y Eurídice


Orfeo, hijo de Apolo y la musa Calíope, de los cuales había heredado el don de la música y la poesía, estaba casado con Eurídice, a la cual había enamorado con sus dones. Cuentan que mientras Eurídice huía de Aristeo, fue mordida por una serpiente y murió. Orfeo lloraba y se lamentaba por su mujer, cantando y tocando canciones muy tristes, las cuales hicieron que las ninfas y dioses lloraran y le dijeran que bajara al inframundo a por su esposa.



De camino al reino de los muertos se encontró muchos peligros, a los cuales se enfrentaba usando su música para ablandar los corazones. También lo consiguió con Hades y Perséfone, los cuales le permitieron que retornase a Euridice a la Tierra pero con una condición: tenía que ir caminando delante de ella y no debía mirar hacia atrás hasta que a ella no la bañasen completamente los rayos del Sol. A pesar de los peligros y las ansias, Orfeo cumplió la condición hasta la puerta. Pero al llegar a la superficie, no resistió la tentación y se dio la vuelta. Entonces vio a Eurídice, que todavía tenía un pie al que no le daba el sol, por lo que todavía estaba en el inframundo. En ese momento, se desvaneció en el aire y volvió para siempre al infierno.
 
Orfeo regresó destrozado a su pueblo, donde los habitantes le pidieron que tocara su lira. Deprimido, enloquecido por su dolor, empezó a golpearla con una piedra provocando un ruido tan horroroso que todo lo que estaba a su alrededor se marchitaba. Entonces, el pueblo lo mató para que parara.

Según otras versiones, lo despedazaron las ménades o bacantes por no honrar a Dionisos, dios del vino y la lujuria, y negarse a beber y hacer el amor con ellas.

Hades y Perséfone




Deméter y su hija Perséfone vivían alejadas de los dioses del panteón, llevando una vida pacífica. Un día, Perséfone estaba cogiendo flores con algunas ninfas cuando Hades apareció, emergiendo de una grieta del suelo y se la llevó con él. La vida quedó paralizada mientras la desolada Deméter buscaba por todas partes a su hija perdida; lanzó una maldición en señal de protesta, dejando la tierra estéril hasta que encontrará a Perséfone.


Finalmente, Zeus no pudo aguantar más la agonía de la tierra y obligó a Hades a devolver a Perséfone, enviando a Hermes para rescatarla. La única condición que se puso para liberar a Perséfone fue que no probase bocado en todo el trayecto, pero Hades la engañó para que comiese unas semillas de granada.


Deméter preguntó a Perséfone a su regreso: "¿Has probado bocado mientras estabas abajo? Porque si aún no lo has hecho podrás vivir con nosotros, pero si algo comiste, tendrás que volver allí."


Esto la ató a Hades y al Inframundo, para gran consternación de Deméter.

Zeus propuso un compromiso: del año, Perséfone pasaría un tercio con su marido y el resto con su madre.

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